China, principal destino de inversores
Desde Atlas Overseas no paramos de escuchar voces que, contrarias a comprar en China para favorecer su comercio nacional, indican que el país se dirige hacia un precipicio económico.
Sin embargo, esto no podría ser más falso. A pesar de que los costes laborales y el crecimiento del año pasado ha sido especialmente pequeño, China ha arrebatado a Estados Unidos su puesto como líder en inversión directa extranjera desde 2003. ¿Las razones? Fáciles: la estabilidad política y económica del país, su increíble disponibilidad de toda clase de recursos y materias primas, la legendaria productividad china, etcétera.
Uno podría pensar que se hace complicado mantener la segunda mayor economía del mundo (o la primera, según qué datos comprobemos) si dependemos exclusivamente de comprar en China, razón por la que el Gobierno ha decidido iniciar medidas para impulsar el consumo doméstico y el mercado interno, de modo que el principal foco económico se aleje de una economía basada en exportar desde China.
Por supuesto, es cierto que algunas compañías han escogido otros países con costes laborales más bajos, pero esto tiene una doble consecuencia:
Uno, los costes que sólo se han incrementado en las zonas costeras han abierto una oportunidad en las zonas interiores de China, donde éstos siguen siendo bajos, y…
Dos, la inversión extranjera está lentamente mutando hacia nuevos sectores bastante más refinados, como el de la tecnología de la información (no os creerías cuánto software se llega a exportar desde China) o el de la ingeniería, sobre todo con la noticia que dábamos no hace mucho de la protección de patentes en China.
Se llega al nivel de que empresas como Ouya han empezado a atraer a los desarrolladores de software nativos chinos en un mercado emergente que amenaza con competir con todos los demás, y a la vez, a permitir a profesionales del mundo entero competir con sus juegos en China.
A todo eso hay que añadir que, por supuesto, China sigue siendo un mercado extremadamente competente: es imposible ignorar al gigante asiático o intentar no comprar en China, sobre todo cuando sigue siendo la primera fábrica del mundo y la que se encarga de producir la práctica totalidad de bienes electrónicos que consumimos.
Conclusión: ¿Es el fin de la «edad de oro» de China? No. No sólo no lo es, sino que estamos en pleno momento de cambio, una transición económica de repercusión global que ocurre delante de nosotros, y un momento perfecto para invertir en China con garantías de éxito.