La imposición de aranceles hace a China más competitiva
Desde Atlas Overseas, seguimos de cerca las consecuencias que está teniendo la imposición de aranceles al comprar en China productos que se exportan a Estados Unidos y curiosamente, parece que esta política del gobierno de Donald Trump no solo perjudica a las empresas chinas si no a aquellas estadounidenses que necesitan de la mano de obra y de los productos fabricados en China.
Según un alto funcionario chino: “el alza de aranceles de Estados Unidos en cierto grado dará como resultado el aumento de los costos de operación de las empresas, la reducción de la competitividad y la disminución de pedidos, pero su impacto en el sector manufacturero de China es controlable”
Hace unos días comentamos la imposición de aranceles por valor de 200.000 millones de dólares, cantidad que representa casi la mitad de las exportaciones de China a USA, sin embargo, en niveles macroeconómicos, rozan el 8% de las exportaciones globales y curiosamente afectan a compañías con fondos extranjeros que fabrican en China por lo que esta imposición daña directamente a empresas americanas.
Según el Buró Nacional de Estadísticas (BNE) de China, la industria del gigante asiático creció un 5,4 por ciento interanual en abril, superando las expectativas del mercado e instalando una estructura optimizada.
Li Chao, analista del centro estadístico de Hubei confirma que «Las fricciones comerciales podrían amplificar las fluctuaciones a corto plazo pero no tendrán un impacto en la tendencia de largo plazo de los precios de activos con base en lo que ocurrió durante las fricciones comerciales entre Estados Unidos y Japón y entre Estados Unidos y la Unión Europea»
Como consecuencia de la imposición arancelaria, el gigante asiático se “ha puesto las pilas” y a mejorado su estructura y eficiencia teniendo un 60% de ellos mayores rendimientos y ganancias que el mes pasado.
China no solo fabrica productos baratos, como tantas veces hemos dicho en este blog, la mayoría de los productos que compramos llevan el sello made in China y si no, al menos una parte de sus componentes está importado de China. A día de hoy se centran en el reto de mejorar la calidad y la innovación de sus productos como motor principal de la economía, al igual que ocurrió con Japón hace décadas, con el fin de convertirse en una potencia de primer nivel en cuanto a calidad de sus fabricaciones ejemplo de esto, China dio a conocer diversas medidas, que incluyen el establecimiento de una serie de centros y laboratorios de innovación, el incremento al apoyo para las empresas en áreas clave y la optimización de políticas orientadas a la innovación.
A Estados Unidos puede salirle esta política muy cara porque entre otras cosas, obliga a China a reciclarse en sus procesos de fabricación, optimizando el sector manufacturero e invirtiendo, bien sea a través de inyección directa de capital o reducción drástica de impuestos en sectores de I+D+I, telecomunicaciones, sanidad y una larga lista en la que Estados Unidos mantenía el liderazgo y ahora, está a punto de perderlo.
Es interesante ver cómo un país como China consigue ante la adversidad, encontrar vías que cada vez le hacen más fuerte, más productivo y más importante a nivel internacional, en lugar de entrar en una batalla comercial solamente basada en imposición de aranceles sin dar otro valor añadido que “perjudicar” a los fabricantes y consumidores finales con un alza de precios proporcional a los aranceles (que lleva consigo el empobrecimiento de la clase media).